Resumen:
El punto de partida de este trabajo es que las empresas multinacionales, además de producir
bienes y servicios, son productoras de valores y prohibiciones que, en mayor o menor medida,
estructuran un orden simbólico a su interior. Proponemos pensar a estos actores, centrales en
el capitalismo contemporáneo, como culturas, es decir como un conjunto más o menos
coherente de sistemas de clasificación que estructuran un conjunto social en lo que refiere a sus
valores, afectos y cogniciones, dotándolo de una identidad y demarcando límites respecto de un
afuera.
En este sentido pondremos el foco en los mecanismos de construcción de una idea de vida
buena a la cual los miembros de este conjunto son compelidos a admirar (e imitar). Así, una de
las maneras de abordar la producción cultural de las empresas es ahondar en los dispositivos
que estas diseñan para promover aquellos valores a partir de los cuales buscan estructurarse
como un subconjunto social. Este escrito es una aproximación a esta cuestión reconstruyendo
un concepto de vida buena a partir del análisis de una herramienta diseñada por Accenture para
promover el bienestar de los trabajadores, el programa Truly Human Performance Culture
Initiative.